Resultados Validados. CFT INACAP, IP Chile, IP Virginio Gómez alcanzan sus metas institucionales de acreditación.
21 octubre, 2025La acreditación institucional como motor de desarrollo y aprendizaje organizacional

El sistema de aseguramiento de la calidad en la educación superior chilena vive una transformación profunda. El nuevo modelo de acreditación institucional, basado en criterios y estándares, está impulsando una comprensión más exigente y a la vez más estratégica de la calidad: aquella que se construye con propósito, evidencia y mejora continua, de manera consistente en toda la institución.
A poco más de dos años de su entrada en vigor, el modelo ya cuenta con experiencia acumulada en procesos desarrollados por instituciones de distintos subsistemas y trayectorias. Este avance ha permitido clarificar una idea clave: la acreditación se ha convertido en una oportunidad relevante para fortalecer capacidades internas de análisis, priorización y toma de decisiones.
Un modelo que pone en el centro los propósitos institucionales
Uno de los elementos centrales del modelo es que el juicio de calidad se construye siempre en relación con el proyecto educativo y los propósitos institucionales definidos por cada institución, en ejercicio de su autonomía. En ese marco, la evaluación busca comprender cómo la institución gestiona sus funciones, cómo toma decisiones y cómo utiliza evidencia para avanzar con coherencia, consistencia y sentido.
Los criterios y estándares operan como referentes de orientación que permiten identificar trayectorias de desarrollo progresivo, considerando la diversidad del sistema y las particularidades de cada subsistema, universitario o técnico profesional. Esta mirada favorece conversaciones institucionales más sustantivas: qué se prioriza, qué se sostiene con evidencia y qué ajustes se vuelven necesarios para asegurar calidad a escala.
Gestión con resultados: el paso decisivo
El enfoque actual incorpora explícitamente la consideración de resultados, junto con los procesos que los sustentan. En la práctica, esto invita a fortalecer la capacidad institucional para analizar información relevante, interpretar tendencias, evaluar la efectividad de las decisiones y ajustar políticas y mecanismos con base en evidencia.
La calidad se expresa así como un proceso dinámico y continuo, que se construye en el tiempo mediante ciclos de planificación, implementación, evaluación y mejora. Cuando estos ciclos se instalan de manera transversal, la cultura de la calidad deja de concentrarse en momentos puntuales y pasa a formar parte del modo habitual de gestionar.
La autoevaluación como herramienta estratégica
La autoevaluación institucional adquiere un rol protagónico en este contexto. Más allá de constituir un requisito formal de la primera fase del proceso, se configura como una instancia clave para reflexionar críticamente sobre el quehacer institucional, reconocer fortalezas, identificar oportunidades de mejora y priorizar acciones en función de capacidades reales.
Cuando la autoevaluación se integra a la gestión estratégica, favorece el alineamiento entre el plan de desarrollo institucional, el aseguramiento interno de la calidad y los planes de mejora. Esto permite fortalecer la trazabilidad: decisiones que se fundamentan, acciones que se gestionan, resultados que se analizan y aprendizajes que se convierten en mejora.
La muestra intencionada y la coherencia del sistema
La incorporación de la muestra intencionada de carreras y programas refuerza el carácter integral del modelo. A través de ella, la evaluación externa observa cómo las políticas y mecanismos institucionales se expresan efectivamente en la formación de estudiantes, en distintas sedes, jornadas y modalidades.
Este enfoque pone el acento en la transferencia y equivalencia de los mecanismos de aseguramiento de la calidad, destacando la importancia de contar con sistemas institucionales sólidos capaces de sostener estándares consistentes en toda la oferta formativa. En términos simples: la institución demuestra su capacidad de asegurar calidad con el mismo rigor, aun cuando cambian los contextos, las unidades o las modalidades.
Un desafío y una oportunidad para las instituciones
El modelo plantea exigencias mayores y abre, al mismo tiempo, una oportunidad significativa para fortalecer la gestión institucional. Las instituciones que logran integrar estos procesos a su quehacer cotidiano consolidan una cultura de evaluación, aprendizaje y mejora continua, con impactos positivos en la formación de sus estudiantes y en su contribución al desarrollo del país.
Entendida desde esta perspectiva, la acreditación se transforma en un espacio de reflexión estratégica que invita a las comunidades educativas a mirar su quehacer con mayor profundidad, sentido y proyección.
Acompañamiento estratégico como factor habilitante
En Higher Excellence acompañamos a las instituciones de educación superior aportando mirada estratégica y rigurosa, basada en evidencia, comprensión del contexto y respeto por la identidad institucional. Nuestro enfoque busca fortalecer capacidades internas para que cada proceso de acreditación contribuya efectivamente al desarrollo sostenible del proyecto educativo y a una cultura de calidad que se sostenga en el tiempo.
Si su institución está revisando su estrategia de aseguramiento de la calidad a la luz del nuevo modelo, en Higher Excellence estamos disponibles para conversar y compartir una mirada técnica sobre prioridades, evidencias críticas y trayectorias de mejora.
Equipo de Higher Excellence
